¿Porqué algunas personas tienen las cutículas gruesas?
La mayoría de los clientes y algunos profesionales tienen cierta confusión a la hora de trabajar con la cutícula. Lo cierto es, que este tejido no está vivo y actúa como un sello entre la lámina y el eponiquio (tejido vivo).
En muchas ocasiones, ya sea por desconocimiento o por petición del cliente, hay una tendencia a retirar la cutícula de manera tan profunda que se llega a dañar la zona de tejido vivo, la cual o bien comienza a sangrar o bien se enrojece y se inflama produciendo una sensación de molestia y dolor. Este efecto es muy común en personas que se muerden las uñas y la piel alrededor de las mismas.
La reacción del tejido vivo siempre es la de protección, lo que hace que se produzca una cicatriz que se percibe como un crecimiento excesivo de la piel, por encima de la zona afectada. Si esto sucede una vez o de manera ocasional, la piel volverá a su estado original de forma natural. Si, por el contrario, esto se repite con frecuencia, la zona del pliegue y la cutícula se fusionan para crear una protección más fuerte, y se vuelve más gruesa. Este tipo de tejido se llama “Pterigión”.
En estos casos, lo que se aconseja es no cortar el tejido y tratarlo con un aceite de uñas cada día. Podemos complementar el tratamiento con un baño de aceite caliente (manicura caliente, parafina). Después de unas cuatro semanas, el tejido comenzará a desprenderse y volverá a verse como un tejido más fino y sano.
Es muy importante informar a los clientes correctamente sobre los efectos negativos que causan este tipo de prácticas.